domingo, 24 de mayo de 2015

La propuesta

Había una vez una tetera silbando notas agudas de ebullición. Incipientes bucles de vapor dibujaron los primeros trazos de recuerdos con olor a jazmín. La ventana abierta parecía una veleta cuando el viento la golpeaba. El vaho formaba una niebla espesa que escalaba, como raíces, los tejados y las paredes. Los trastes de la cocina aspiraban los vapores mientras bebían de un sorbo la nostalgia. Un hombre estaba sentado frente a una taza, mientras elaboraba bocetos con trazos de soledad. Imaginó un pincel y empezó a iluminar la superficie de las paredes. Dibujó a una mujer con trenzas largas y negras. Pinto un balcón para mirar la noche eterna incendiada con farolas, con su perfecta mezcla de luces y oscuridades. No podían faltar un mago, un sombrero y un conejo llevando una sortija. En un platón estaban las galletas hechas con el susurro de las confidencias. Entonces la mujer, imaginaria, enrojeció con la propuesta. El hombre jugaba con la mirada. No se atrevía a verla. Contenía la respiración dentro de las paredes de sus sueños. Ella tomó sus manos sudorosas y se desvaneció en el viento helado. El sonido de la tetera lo regresó de vuelta a la realidad.

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