lunes, 18 de febrero de 2019

La inmortalidad de la belleza

El buen Igor había escapado del linchamiento y continuó viviendo en la ciudad a pesar de los sentimientos de odio en su contra. Estuvo por un largo tiempo desempleado, rechazado y vilipendiado con la crueldad anónima de las redes sociales. Encontró trabajo, después de mucho buscar, en una modesta tienda de vestidos para quinceañeras. Ahí, donde todo parece regido por el orden secreto de los maniquíes, logró proporcionarle, en un acto de empatía con su creador, vida a la muerte de una forma más estética. Había comprendido el error del Doctor, la fealdad de las criaturas tenían un impacto negativo en la gente, en cambio la belleza idealizaba la inmortalidad como lucrativo negocio. Consiguió la aceptación de la comunidad y por ende la rentabilidad de su creciente negocio. Embelleció sus creaciones con colores llamativos y los coronó, por cuestiones mercadológicas, con el velo místico del más tradicional afiche mexicano. 

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