El repique de la campana
Cada campana repica dentro de mi cabeza como un lejano susurro hasta convertirse en un hipnótico sonido, el cual terminara con el eco de la última campanada. Un año agoniza igual que las temibles crecidas de la época de lluvia, para convertirse de nuevo en una mansa corriente, donde se puede navegar con las manos haciendo surcos en el agua, sin la preocupación de utilizar un par de remos. Con la misma ansia de un niño, buscador de oro, exploraremos las orillas de las islas desiertas. Algunas veces con las uñas escarbaremos en playas de arenas blancas; otras en arenas grises, llenas de filosos guijarros, hasta desangrarnos. No hay recompensas fáciles ni mucho menos las encontraremos flotando a la deriva. Tendremos que bucear en aguas profundas sin tanque de oxígeno. Posiblemente, nos ahogaremos en esteros pantanosos y con toda seguridad alguien nos salvará. También llegará la época en que tengamos que remar y lo haremos contra corriente o bajo fuertes tempestades. No hay seguridad en nada pero llegaremos sanos y salvos a nuestro lugar de remanso, porque la vida es un ciclo que inicia y termina con el repique de las campanas.
6 Comentarios:
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Los ciclos se alargan o se acortan dependiendo de nuestras propias desilusiones. También te deseo lo mejor y por lo menos te puedo enviar miles de abrazos virtuales. Te extraño pero me queda el recuerdo dé soñarte todas las noches.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nos pertenecemos en esta vida y en las futuras. No importa el tiempo ni las circunstancias, somos carne y sangre del mismo cuerpo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cuando uno se enamora las cuadrillas
del tiempo hacen escala en el olvido
la desdicha se llena de milagros
el miedo se convierte en osadía
y la muerte no sale de su cueva
enamorarse es un presagio gratis
una ventana abierta al árbol nuevo
una proeza de los sentimientos
una bonanza casi insoportable
y un ejercicio contra el infortunio
por el contrario desenamorarse
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal