viernes, 14 de agosto de 2015

Cincuenta demonios

Trece campanadas
Rameras y lesbianas, desesperadas, esperan el término de la inextricable treceava campanada. Ávidas lenguas sumarán una fabulosa imaginación de impureza, dedicada a multiplicar el número de orgasmos demoniacos. Rosadas vaginas abrirán su boca, como caverna, para que incontables demonios, inmortales, se den un festín con su sexo obsceno e infernal.


Sangre virginal

Bestiales cabos de vela sirven para quemar las nalgas redondas y pezones incipientes de hermosas doncellas, quienes, nacidas del incesto, al fin desposaran a un falso dios en un aquelarre demoniaco. La liturgia se alargará toda la noche donde miles de demonios las devoraran enteras después de hacerles el amor.


Los demonios saben amar

Solo los demonios saben amar, poseen, sexualmente sedientos, los cuerpos vírgenes; a ellas, las obligan a abrir la piernas para seducir su oquedad palpitante y hacerlas sangrar un verdadero orgasmo; a ellos, los obligan a lamerles, en círculos, el vello púbico y a beber las gotas de la primera menstruación.

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