martes, 22 de julio de 2014

Mi soledad

Hay dos tipos de hombres, los que sueñan y los despiertos, pero son uno mismo en diferentes realidades. Una dualidad difícil de romper. Me despierto a las cinco de la mañana, el hombre con sueño lucha para despertar al hombre que tiene que correr. Cambiamos roles, uno se queda, el otro se va, pero antes del cambio, la indumentaria debe ser la adecuada para asistir al bosque, solamente así podemos ser bienvenidos. Llego a las seis de la mañana, todavía esta oscuro, unas tenues luces iluminan el circuito, a un lado, junto a un quiosco, caliento mis articulaciones y mi mente, mi cuerpo lo muevo en círculos: tobillos, piernas, brazos y caderas repiten la secuencia, diez o quince veces cada parte, cuando termino el rito de iniciación, salto a la pista y empiezan mis pies a moverse lentamente.

Como todos los días, mi saludo al igual que de otros, se limita al contacto visual, a la reverencia lejana. Nadie desea platicar con nadie, algunos todavía no despiertan siguen dormidos, pero ninguno se atreve a despertarlos, es un acto que debe hacerse en silencio. Por eso me gusta correr, la soledad es la única invitada, al principio tienes la mente en blanco, ningún recuerdo llega de inmediato, los problemas, por un momento desaparecen, solo escuchas los ruidos nocturnos, casi apagados, los primeros rayos del sol despiertan a los habitantes diurnos, los pájaros empiezan a levantar vuelos de prueba, primero solos, luego en parvadas, se asemejan a nosotros.

En los primeros metros los pensamientos llegan, las cavilaciones nos acompañan junto con las soluciones mágicas, es una sensación de total libertad, recuerdas con nitidez todos los eventos de días anteriores, de pronto los problemas se minimizan, el verdor y la humedad calman los sentidos, los adormecen, el calor del sol levanta un sopor que te acompaña a cada paso, a esa hora el sudor te cubre, te sientes parte importante del mundo, tú solo en comunión con la naturaleza. La respiración se vuelve limpia, tus pulmones trabajan en plena armonía con tu cuerpo. No necesitas de nada más, en una soledad buena que te hace sentir nuevamente un hombre.

Al finalizar, como dije nos juntamos en parvadas, nuevamente somos nosotros llenos de conflictos, la despedida, el regreso a mi otra realidad, a mi otra soledad. Me urge llegar y cambiar de mi rol, el hombre con sueño debe estar ahí, en mi casa esperando, necesito su adormecimiento para poder seguir viviendo.

1 Comentarios:

A la/s 23 de julio de 2014, 2:43 p.m., Blogger Angélica Luna dijo...

Y es el privilegio de ser parte de un amanecer de esos pájaro que tomaran vuelo como tu. El talento hecho hombre.

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal