sábado, 23 de agosto de 2014

Contactos virtuales

Me gusta tener contacto con la gente que conozco, sentir la calidez del beso o de un abrazo, estrechar la mano húmeda y, como en mi caso, el sudor en el rostro cuando terminamos el entrenamiento y nos felicitamos efusivamente. Muy pocas veces tomo los senderos del camino virtual, no porque sea malo, me parece estupendo el uso de la tecnología, aunque para ser sincero; desvincula  todo lo humano. Cuando tratas a la gente, puedes distinguir el rostro esplendido que enmarca la imperceptible sonrisa, el color de ojos y cabello, el tono de su piel y sus imperfecciones. Participas activamente en los sueños y pesadillas, incluso tienes un rol preponderante en la batalla diaria del hogar, los hijos, la escuela y otras cosas más íntimas.

Pero todo bosque tiene sus cortafuegos, en los cuales podemos caminar sin perder la totalidad  de la belleza que nos rodea. Apenas si una suave y temerosa mirada a la vida interior de las personas. Por lo que en el contacto virtual, las pocas palabras tienen que tomar sentido. Aunque a veces sientes que uno se ahoga en un aluvión de frases que quisieras transmitir. Suena diabólico y se escribe igual. Es parte de la comedia del consciente y del subconsciente, solamente hay que vivirla e interpretar a la perfección el papel. Así que te conozco de videos y fotografías, de conversaciones virtuales y sé que nos separa el tiempo y la distancia. En fin, esto es un paso previo, dejemos de pertenecer a la comunidad primitiva y hagamos una nueva disciplina espiritual del mundo virtual.

Un momento que recuerdas vagamente
grabados en la memoria digital
un resguardo intacto, cerrado
vislumbras apenas un sueño
quizá un latido
                       un susurro
hecho imagen,
residen en recintos virtuales
                                               del nuevo cosmos,
habitamos en los confines de bosques imaginarios
en un submundo libre de tinta
y de papel;
captas amaneceres,
pero en el mismo ángulo, las tinieblas
                                                             y la luna
fotografías fantasías
de concreto y metal que duermen apacibles
mientras se calcinan bajo el sol.

 Durante horas te vuelves huésped del silencio
despiertas del letargo
                                       me nombras quedamente
saboreas los vocablos que se forman
acaricias el teclado
se acallan tus temblores,
dibujas los signos
                                 aprendidos hace siglos
entonces las palabras
adquieren el sentido
                                    y el misterio
vislumbras el lugar donde pastan los vocablos,
escribes mi nombre
palabras al sol
que dejas reposar,
lánguidas te miran
                               no de luna
                     ni de voz
sino de silencio.

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