martes, 19 de agosto de 2014

Fobias

Mi mujer me dijo anoche —después de hacer el amor— que tenía aerofobia, acrofobia y agorafobia. Por lo que con infinita paciencia, miré sus ojos, esos ojos color miel que, me enamoran cada vez que los veo. Luego baje la vista para encontrar la pureza de un ángel encadenado y desnudo. Entonces, dije las mismas mentiras de siempre: hablé por horas de los peligros que rondan las calles; de las mujeres que deambulan extraviadas; continúe con las fábulas que ensalzan antiguas virtudes. Luego, sin dejarla hablar, termine diciéndole que las fobias son dones de dios, por lo que ella tenía que aceptarlos, no como una enfermedad ni como un trastorno mental, sino como un regalo. La ahogué con un aluvión de palabras hasta que ambos nos quedamos dormidos. Cuando amaneció, ella miró mi cabello entrecano, las arrugas en mi cara, mi estómago giboso. Escuchó el mundanal ruido, abrió la ventana y encontró una mañana soleada con cielos azules, de pronto, deseó volar. Finalmente desplegó las alas y dejó atrás la vida efímera de los hombres. 

3 Comentarios:

A la/s 19 de agosto de 2014, 8:58 p.m., Blogger Angélica Luna dijo...

Excelente fobia

 
A la/s 20 de agosto de 2014, 10:26 a.m., Blogger Unknown dijo...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 
A la/s 20 de agosto de 2014, 10:39 a.m., Blogger Unknown dijo...

Miedo al miedo, ¿qué más hay en la vida?, quzás supero el miedo a las alturas y al volar, pero no al miedo.

 

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