Constante movimiento
Nunca
supe las razones del por qué nos mudábamos constantemente, pero recuerdo que en
la década de los 70 nos movíamos con frecuencia. Fue un periodo plagado de revueltas
estudiantiles que, por desgracia, colisionaron de frente con la brutalidad del Estado,
donde los toletes golpeaban cabezas de largas cabelleras al compás de la música
disco.
También
en ese tiempo nuestros corazones se inflamaron con algunas películas, en las
cuales, jóvenes pandilleros estaban rebelándose contra todo régimen establecido.
Héroes de mezclilla muy parecidos a nosotros. Un nuevo modelo de juventud, más
agresiva, estaba proyectándose en las pantallas. Sin embargo, nunca llegamos a
convertirnos en «drugos» precoces y violentos como los de “La Naranja Mecánica”;
ni tampoco logramos emular el viaje épico de los pandilleros del film “Los
Guerreros”, quienes, y contra todo pronóstico, lograron arribar a un paraíso desolado
llamado hogar.
Fueron
años difíciles para la mayoría de los jóvenes, pero los marcó como generación.
No pude disfrutarlo plenamente porque aún era un niño-adolescente, pero lo viví
a través de las experiencias de mis padres y tíos, los cuales lograron sobrevivir
las convulsiones sociales. Quizá, tuvieron suerte por estar en constante
movimiento.
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