sábado, 4 de octubre de 2014

Una cosa es una cosa

1. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
2. Pedimos calaveras de azúcar, chocolate y amaranto; en su lugar, al centro de la mesa, apareció una calavera de barro mal pintado, resultó que alguno de los tíos, como casi siempre, nos había timado.
3. El alcohol adornaba nuestro altar de muertos. —Por nuestros difuntos íbamos a ponernos una tremenda borrachera—. Porque un gusto a nadie se le niega y menos cuando es para festejar a los que ya se fueron de esta feria.
4. A mi prima se le ocurrió partir en pedazos la calavera, así que con angustia dejó que ésta de la mesa se cayera.
5. A otra prima o primo, no recuerdo bien, se le ocurrió probar el polvo y los pedazos de aquella dura roca. Con una alegría jocosa, nos dijo que degustáramos los sabores de esta maldita cosa.
6. Antiguos y nostálgicos gustos llenaron nuestro paladar, sabían a chongos zamoranos, higos cristalizados, nueces garapiñadas, dulces de leche y mazapán; algunos, hasta dátiles, turrones y almendras confitadas llegamos a probar.
7. Por mi parte, puse el café de olla y harto piloncillo para endulzar. Claro, y el tequila para el frío de la madrugada soportar y de paso a los sentidos deleitar.
8. Luego la cosa empezó a subir de tono, pues con tantos primos y primas, no falto quienes buscaran los oscuros rincones para besarse con todo.
9. Cuando amaneció, todos permanecimos callados, muy quietos y pasmados, después de saludar a los parientes que nos habían visitado.
10. Nos provocó —mortal indigestión— habernos atragantado con barro mal horneado y vino adulterado.

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