El odio
El
odio agita de tal forma la sangre que, como papel, derrumba los débiles muros
de la cordura. Es insignificante para quienes lo pueden controlar, pero para
otros es un punto de inflexión difícil de vencer. Es un sentimiento destructivo,
el cual es utilizado y manipulado para derribar los cimientos de las
sociedades. Cualquier incidente, doloroso y triste, puede liberar una verdadera
explosión social debido al odio acumulado. Toda emoción negativa lástima porque
el pobre envidia al rico, el rico fastidia al pobre; los gobernantes tratan con
arrogancia a la población, la población tiene resentimiento contra los
gobernantes; las religiones tratan con soberbia a los feligreses y los
feligreses ya no tienen fe en las religiones. Por lo que cualquier estado
anímico manejado con ira nos llevará directamente al odio: hermanos
fratricidas, pueblos enteros exterminados por la pobreza o la enfermedad,
comunidades segregadas por el color de la piel y preferencias sexuales ocultas
por miedo e inseguridad continúan hasta estos tiempos. Lamentablemente, es
imposible erradicarlo porque nuestras sociedades están creadas alrededor del
sentimiento más destructivo del mundo, incluso mucho mayor a cualquier
cataclismo o exterminio decretado por una entidad divina.
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