martes, 1 de septiembre de 2015

Luna de miel


Mi mujer se desnuda ruborizada entre silencios, pausas y miradas erotizadas. Complacido ofrezco mi atención a su cuerpo con delirio controlado. Mis dedos, sensitivos al amor, gozan con dibujar sobre las sombras inflamadas de sus sueños nupciales. Es tierra blanda pintada de un rubor incandescente, ardiendo de deseo se entrega sin ataduras, pues para el amor fuimos hechos y para abrevar en los misterios de su aliento húmedo. Penetramos el misterio del matrimonio con destellos lúbricos y convulsiones intermitentes. Divinas sensaciones provocan, tus manos frágiles y femeninas, sobre los pliegues de mi piel; mezcla del aroma de ambos. Suaves palpitaciones nacen en su vientre para amalgamarse con mi propio abandono. Entonces fundidos, exudando gotas de deseo, fuimos conducidos al paraíso.

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