Bajo presupuesto
El
delicado y poderoso instrumento que fue mi mente se encuentra en el colapso
total, posiblemente, sin la pretensión de parecerme al loco Hidalgo
de Cervantes, el exceso de comics fue lo que terminó
deschavetando mi congestionado cerebro, de por si ya en las últimas. No se diga
del desfile anual de películas, donde los buenos derrotan a los malos a
puro golpe de efectos especiales. En tal caso fue mi culpa, porque en cada
estreno de Marvel o DC Comics estuve en primera fila viendo
a mis superhéroes con poderes tan sorprendentes que si quisieran, ya
se hubieran apoderado, no solo de la tierra, de todo el universo. El
protagonista central de mis sueños era yo, hombre superpoderoso, creador
de los escenarios mas brillantes dentro y fuera de este mundo. Podía cambiar de
poder, según el villano, cada vez que lo quisiera apretando una
secuencia de botones de joystick. Mis finales eran geniales, aunque a veces
terminada en el clásico cliché, caminado, de la mano de la mujer guapa, por
calles destruidas por mí. Pero, un sábado todo fue borrado. Un maratón
de películas del Santo y todo mi universo hollywoodense se
convirtió en escenarios de cartón, mi nave intergaláctica fue
reemplazada por pasillos de naves industriales abandonadas, nada de puertas con
sensores de movimiento, ni se diga de las pantallas dactilares
o escáneres de ojos y mis interminables ductos de
convirtieron en instalaciones eléctricas mal hechas. Estos cambios de
bajo presupuesto solo fueron el principio, finalmente llego mi ansiado enemigo,
alguien con quien desquitar mi frustración con golpes, llaves,
lanzamientos de la tercera cuerda, lucha grecorromana de verdad. Mi villano
resultó una mala contratación, de solo verlo daba lástima, sin embargo, era tan
bueno peleando que me pateó el trasero como nunca.
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