La tertulia
Era una casa antigua donde los
misterios rondan a sus huéspedes, pero cuyos misterios nunca llegaron a
convertirse en un teatro de fantasmas. Lejos del drama de las cosas extrañas y
sobrenaturales, convivían caballeros de ligeras alas en tertulias consagradas
al dios Baco. Asiduos a los convites nocturnos de risas fatuas y al canto
desentonado, pero sincero, lograban una paz que les inundaba el alma. Casi
siempre, por no decir siempre, caían en las repeticiones de los diálogos chuscos
y vanos. La posadera, poco estricta, se unía a la estridencia y la algarabía de
sus inquilinos. Por fin, acosados por los agudos chistes conseguían levantar el
vuelo hacia la parte alta, ahí lejos de las miradas indiscretas, aventaban lejos
los zapatos y así ponían fin a la fiesta antes de irse a la cama.
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