El gato
El ronroneo de mi
gato se escuchó por toda la habitación, podía sentir su respiración en mi
cuello, aunque nunca estuviera cerca. Manoteé con fuerza para poder atraparlo,
pero fue más hábil y consiguió rasguñar mi cara y las manos. El maldito tenía
un instinto de auto preservación que hacía inútil cualquier trampa o veneno
para terminar con todas sus vidas de una sola vez. Incluso, un triste
exterminador terminó desangrándose antes de caer a mi lado con un ruido sordo,
seco. Mientras mi gato seguía ahí, con las garras ensangrentadas, relamiéndose
los bigotes con total y absoluta satisfacción. Muchas veces quise atraparlo
mientras dormía, me acercaba con pesadez sigilosa, sin respirar ni hacer ningún
ruido, pero era tanto mi deseo que siempre me apresuraba, y en ese último
segundo lograba desaparecer debajo de cualquier mueble o cortina. Era un ser
perverso que tomaba el sol en la ventana, mientras su sombra se quedaba
agazapada en la oscuridad, observándome con ojos malignos, riéndose de mi
temor, convirtiendo mi vida en una pesadilla. Han pasado mucho tiempo desde que
llegó a mi casa. Hice caso omiso al terror que infundía a las personas que me
visitaban. Ellos, mis amigos y familiares, se alejaban para mi desgracia. No
pude evitarlo. Estaba cavando mi propia tumba sin saberlo, mi casa se convirtió
en mi cárcel. Aunque, no sé realmente cuando empezó mi verdadera pesadilla,
porque un día, desperté atrapado en este cuerpo peludo y desde entonces estoy
relamiendo los bigotes, acicalando mi pelo negro, tomando el sol al borde de la
ventana. Mirando como mi diabólico gato se iba adueñando de mi vida.
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal