viernes, 4 de marzo de 2016

La entrega


En el instante que una mujer decide entregarse crea una pequeña grieta en el universo, producida por el estremecimiento de unos labios rojos y palpitantes. En un minuto desvanece, con el romántico roce de un centenar de besos, la castrante solemnidad del cortejo. En un momento de tenues caricias convierte la pudorosa castidad en incipientes gemidos, produciendo una sinfonía cristalina de sudores íntimos y pegajosos. La suave piel participa, generosa, en un baile erotizado por las palabras y las arrogantes posiciones de una acróbata. Los senos puntiagudos oscilan al ritmo embriagante de ardorosos cuerpos, mientras el delicado pubis experimenta con euforia la ebullición del deseo. Perdida en la oscuridad cede al impulso ciego del abandono ocasionado por el éxtasis y el delirio. Sin miedo avanza tentaleado con caricias voraces hacia un erguido bulto. Abre, finalmente, la tibia oquedad con orgásmica y cándida lujuria. Hace una pausa con lentitud exasperante. Entonces gruesas gotas producen silenciosos deslaves entre las protuberancias del bendecido cuerpo. Luego de unos instantes aparece, en los ojos, el debilísimo fulgor blanco del primer estremecimiento. Cierra los parpados hacia una negrura de planos indefinidos. Contiene la agitada respiración. Sin embargo, permanece sentada, inmóvil, esperando que el cuerpo rompa la creciente inmovilidad. Las manos permanecen adheridas a la piel endurecida. Parece suspendida en medio de la habitación. Despierta sobresaltada por involuntarios e insondables espasmos, al mismo tiempo, el femenino espíritu se agita con sosegada vehemencia. Cada vez más fuerte, hasta que finalmente, despeña ese placer que extingue el pensamiento, pero encierra una risita oculta por el tibio llanto.

2 Comentarios:

A la/s 29 de diciembre de 2020, 11:04 p.m., Blogger Anastasia dijo...

Se amaron con tal entusiasmo que cada una de sus caricias se quedó impregnada en su piel como un eterno orgasmo ... Quisiera darle el crédito que se merece pero desconozco el nombre.

 
A la/s 30 de diciembre de 2020, 2:56 p.m., Blogger Héctor Núñez dijo...

Me gusta verte desnuda, sentir apenas el roce de tu cuerpo sobre el mío, únicamente para mi deleite, embriagarme poco a poco de tus sudores y de la humedad que resbala de tu boca y de la flor de tu entrepierna que me gusta besarte con goloso placer. Extraño abandonarme al deseo de acomodarme a tu lado y apretarme contra ti.

 

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