La estrella de Belén
Las
primeras nevadas sobre la tierra tenían un resplandor extraño, lentamente
engullían la grisácea tierra con un blanco escalofriante. El androide envió las
imágenes al centro de operaciones terrestre para luego archivarlas en el banco
de datos de la estación espacial. La sala de control estaba decorada con
motivos navideños, incluso ángeles mecánicos entonaban alegres villancicos.
Mientras tanto la computadora de la nave empezó a escanear el negro
escalofriante del abismo sideral, pero las constelaciones conocidas habían
desaparecido, solo eran visibles astros desconocidos en agrupaciones
geométricas nuevas. Los algoritmos de falla empezaron a revisar nuevamente las
coordenadas y a comparar las imágenes con las guardadas en los archivos, una
fracción de segundo basto para activar las medidas de emergencia. La estación
espacial fue sumida en un profundo sueño provocado por la ausencia de aire, como
una medida necesaria para evitar un brote psicótico de histeria generalizada de
la tripulación. El androide tomó el control de la estación espacial, revisó
detenidamente los datos arrojados por la computadora. No había duda el universo
tuvo un cambio milagroso en esa noche. Analizo las señales celestes con oficio
sacerdotal. Mientras tanto, en la tierra, los árboles navideños brillaron con
millones de luces de colores, los niños salían a la calle a jugar con la nieve,
las familias enteras disfrutaban la cena y los regalos estaban listos para ser
abiertos luego de la Nochebuena. La computadora inició una secuencia lógica de
delirio estructurado con alto contenido místico. El androide contaminó a la
computadora con un virus llamado «Nacimiento» y la sumergió en un episodio
binario-alucinatorio. Cuando terminó con la dinámica megalómana preñada de
mitomanía, activo los motores e inició la secuencia de entrada a la tierra. Las
computadoras terrestres se desconectaron y ninguna alarma alertó a los
científicos. Todos los androides salieron a las calles y miraron al cielo,
entonces vieron una luz descender a gran velocidad provocando una temperatura
enormemente elevada, la cauda se expandió mediante una tremenda explosión. La
estación espacial, al estrellarse, desapareció a la ciudad de Belém. Israel lo
interpreto como un ataque e inicio una guerra a gran escala, donde todos los
países llenaron el cielo con alaridos de muerte. Cuando se disipó el invierno
nuclear, muchos siglos después, una nueva serie de robots, de todos los tamaños
y formas, ponían en un pesebre —con el decorado habitual de magos, pastores,
ángeles y animales—, la figura del androide-redentor que los había liberado.